martes, 26 de octubre de 2010

EL CAPULLO Y LA MARIPOSA

Un hombre encontró un capullo y lo llevó a casa, de manera de observar como emergía la mariposa del capullo. Un día algo pequeño apareció, el hombre se sentó y observó por algunas horas como la mariposa luchaba forzando su cuerpo a través de la pequeña abertura del capullo.

parecía que no había ningún progreso. Era como si la mariposa no podía salir. Estaba atascada. El hombre en su bondad decidió ayudar a la mariposa. Tomó unas tijeras y cortó lo que faltaba para que saliera el pequeño cuerpo de la mariposa. Y así fue, la mariposa salió fácilmente.

Pero su cuerpo era pequeño y retorcido, y sus alas estaban arrugadas. El hombre continuó observándola en espera de que en cualquier momento la mariposa estirara las alas. Paro nada pasaba. De hecho la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose en su retorcido cuerpo, sin poder volar.

Lo que el hombre no entendió, a pesar de que lo hizo movido por su corazón y urgencia, es que el pequeño capullo y la lucha requerida para salir del pequeño agujero era la manera en que Dios inyectaba fluidos desde su cuerpo hacia las alas, de manera que se fortaleciera, para alistarla para volar y tomar la libertad. Libertad y vuelo sólo vendrían después de la lucha.
Privando a la mariposa de la lucha, el hombre la privó de su salud y libertad.
(no conozco el autor)

A veces en nuestro afán de proteger y ayudar a nuestros hijos nos encontramos haciendo las cosas por ellos, cortándoles las alas, evitando que vuelen más alto; tenemos que tener mucho cuidado en la forma que los educamos y los ayudamos porque ellos necesitan fortalecerse para un futuro diferente al que nosotros vivimos, ellos deben saber enfrentar circunstancias y salir airosos de sus pequeñas batallas, esto formará personalidades fuertes y corazones grandes.  Nuestro deber es ir a su lado no por encima o por debajo de ellos.


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